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09 noviembre, 2016

Los otros guardianes del folclor chileno



“En cada chileno uno descubre algo”, aseguraba Margot Loyola en una de sus últimas entrevistas, resumiendo la motivación detrás de su inagotable trabajo de siete décadas. La misma idea que impulsa el trabajo del grupo Paillal, que a fines de este mes publicará Para la noble compaña, el más reciente trabajo de un catálogo que incluye cerca de una quincena de discos editados con diversas temáticas tradicionales. Pero, al menos por estos días, las actividades del conjunto están suspendidas por duelo. “Estoy muy impactado todavía. Ella me quería mucho y yo la amaba”, reconoce Osvaldo Jaque, líder del grupo, visiblemente afectado por la partida de su amiga el lunes pasado.
Tal como la fallecida artista linarense, Jaque ha dedicado su vida a la investigación y compilación del folclor chileno. A la “recolecta”, como él mismo define una actividad que inició a principios de los 60, y que lo ha llevado a recorrer el país en busca de ese universo que conoció durante su infancia en Miraflores: cantos y danzas tradicionales campesinas, además de tonadas, cuecas y música de fervor religioso, las que luego han sido proyectadas, en vivo y en el estudio -y en ocasiones acompañados por sus cultores naturales- a través del Grupo de Cantores y Bailarines Populares Paillal, agrupación que creó en 1970 y que actualmente integran 17 personas.
“Margot fue la principal impulsora de esto. Ahora sus alumnos están dispersos por todo el mundo”, dice Jaque desde su casa en Cerro Navia, la misma comuna donde conoció a Loyola en 1964, durante un festival. “Nuestros caminos se fueron separando. Trabajábamos de manera paralela, pero con un mismo fin”, dice.
Jaque no es el único que hasta hoy combina en su quehacer la investigación, creación, difusión y enseñanza del saber campesino. Los ejes que definen al “folclorista en toda su magnitud”, según apunta el musicólogo Juan Pablo González, sobre un trabajo impulsado en los años 40 por maestras como la propia Loyola, Gabriela Pizarro y Raquel Barros, y proyectado luego en grupos como Cuncumén, Millaray, Antumapu, Palomar y los mismos Paillal. El miércoles pasado, mientras cientos de personas despedían a Loyola en la capital, la investigadora penquista Patricia Chavarría estrenaba en la web archivodeculturatradicional.cl, un completo catálogo para el que digitalizó buena parte de su extenso trabajo de rescate del patrimonio, el que viene realizando incansablemente en las regiones del Maule y Biobío desde 1964.
Fue por esos años que Chavarría, entonces una veinteañera, se cruzó por primera vez con Loyola. Antes de un recital, la comadre de Violeta Parra apareció con una bolsa llena de sándwiches para todos los intérpretes. “Fue como un cariñito que nos hizo”, recuerda la ganadora del Premio Nacional de Folclor 1985. “Margot fue maestra formadora, fue creadora. En ella se conjugan todos esos valores tan difíciles de encontrar”, agrega Chavarría, quien durante cinco décadas ha plasmado su trabajo en libros, seminarios, conciertos y discos. El 27 de agosto ese catálogo se complementará con el lanzamiento de La guitarra es la que alegra, su más reciente.
“Con la muerte de Margot se va una parte de la historia que ella misma contó”, dice Fabiola González, La Chinganera, solista de 36 años quien a fines de los 90 inició una carrera de cantora apegada a las raíces campesinas, con dos álbumes publicados donde se mezcla la cueca, la paya y el romance.
“Como folclorista uno no puede no investigar, es como cualquier otro estudio. Pero no es algo que yo haya decidido, fue algo que vino de mi infancia en el campo”, explica la artista, quien cree que el trabajo de investigación debe continuar, “sino vamos a vivir de puros recuerdos”.
Tal como apuntaba la misma Loyola, Chavarría indica que “hay una necesidad permanente de recoger esta memoria, porque la cultura no es estática y no se puede decir que ya se hizo todo”. Lo mismo opina Jaque: “Mientras existe el hombre esto va a continuar. La música tradicional nunca se acaba”.
noticia redactada el domingo 9 de agosto del 2015, diario la tercera por Andres del Real



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