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29 julio, 2008

Los Chileneros "Cueca Brava"

Más que un grupo estable, Los Chileneros fueron una conjunción tan fugaz como determinante en la historia de la cueca, que tuvo una existencia formal sólo para grabar sus primeros discos a mediados de los años ’60 y luego en su reunión histórica en 2003, pero que todo el tiempo permanece como una influencia para generaciones de músicos, desde Los Tres hasta el nuevo frente de cuequeros urbanos. Formado originalmente por Hernán Núñez, el Nano (voz, pandero, tañador y platos), Luis Hernán Araneda, el Baucha (voz y pandero), Raúl Lizama, el Perico (voz, piano, guitarra) y Eduardo Mesías, grabaron el precursor LP La cueca centrina (1967), y más de tres décadas después, reunidos como trío entre Nano, el Baucha y el Perico, dieron un concierto en la Sala SCD del capitalino barrio Bellavista, que dio origien a su disco En vivo (2003).
La cueca Centrina
Amar al pueblo, amar al folklore y contemplarlo con mirada de poeta, es condición indispensable para todos los que trabajan en el arte del pueblo. Basándonos en este pensamiento de la coreógrafa del Conjunto de Danzas de la Unión Soviética Berioska, Naduzhda Nadezhdina, diremos que no tenemos autoridad para quitar o transformar lo único que tiene el pueblo: su música y su danza, que para nosotros tiene un arte y una belleza incomparable. Sólo el pueblo es el llamado a hacer las transformaciones, y el artista no es nada más que un intérprete de sus expresiones.
La presente grabación, la primera que se hace en su género, es un fiel reflejo de lo que decimos; a través de 18 cuecas, vamos a adentrarnos en el alma misma del pueblo, con toda su fuerza creadora.
Esta es la cueca “chilenera o centrina”, es el canto y la música del pueblo, que en Santiago y Valparaíso, enfrenta toda la avalancha de nuevos ritmos nacionales y extranjeros. Con ella el roto centrino de cuello duro, mantiene vivo el sentimiento de la chilenidad.

El origen de la cueca centrina es la transformación de la antigua zamacueca, que hicieron célebre las tres hermanas Pinilla, que llegaron, después de causar sensación en sus fondas de Petorca, a buscar escenarios más grandes a Santiago, en el año 1831, y un sitial más alto como el Parral de los Baños de Gómez de la Calle Duarte. Dice José Zapiola: Las Petorquinas realizaron en el arte una revolución más trascendental que la que ocasionaron en Italia los sabios emigrados de Constantinopla.
Su forma poética, sacada de la poesía popular española, tiene una medida fija, formada por una copla o cuarteta, que son 4 versos de 8 sílabas, luego un segundo pie, que es otra copla separada de la anterior por la pérdida de los versos, que son de 7 y 5 sílabas alternadas, el tercer pie es una cuarteta encabezada por el último verso de la segunda estrofa, con la misma medida; en estas tres cuartetas riman los versos pares, o sea, el segundo con el cuarto verso; para terminar, el cuarto pie o remate de la cueca, son dos versos de 7 y 5 sílabas que riman.
Los ripios y muletillas largas o cortas que se intercalan, pertenecen a la melodía, por lo tanto no alteran su forma poética de 14 versos. La animación que se hace dentro del canto se denominan piques y floreos, o “avivar la cueca”; casi siempre tiene un carácter eufónico, o sea, sonidos rítmicos tales como: tiqui tiqui tí, cala cala cá.

En la cueca intervienen 3 o 4 cantores. Cada cantor debe hacer primera y segunda voz. Para que la cueca no suene pareja por lo corto de la melodía que se repite 4 veces y media, se pone un cantor para cada pie. En el ambiente chilenero* o en las canchas * de la Vega, la Estación, el Matadero, el cantor entra en una fiera lucha de perfección, por quién hace mejor las cosas, quién sabe mayor cantidad de versos y más melodías, quién “saca” más entonado y alto, intenso y rítmico. Todos quieren sobresalir en los lotes* ninguno quiere ser menos que otro, y esta competencia los lleva a un mayor perfeccionamiento. Éste modo de “sacar”, melodioso e intenso, no tiene nada que ver con las lecciones y el estudio de los especialistas; la voz más completa que tenga todas las condiciones, no se compara a la tradición, que está fuera de todas las catalogaciones musicales, y el aprendizaje de la voz cultivada.
La cueca se canta gritada, como quien se para en el medio de la calle y grita para que escuchen todos: “Pego el grito en cualquier parte”, pero es un grito con melodía, un grito lleno de modulaciones. El cantor que a su turno lleva el alto o primera voz, trata de sacarle el mayor brillo posible, al pie que le tocó cantar, reflejando en la voz y el rostro toda la gracia, la malicia y la picardía de nuestro pueblo, que ve y vive el sentimiento del alma que está cantando.

Los instrumentos: Para el acompañamiento musical y rítmico de la cueca, se utiliza piano, acordeón, guitarra, batería y los 4 cantores con panderos. Todos los músicos son experimentados intérpretes chileneros, de lo contrario no pueden llevar el ritmo. En las canchas o picadas, donde reina la cueca, es suplida la falta de instrumentos, por un tarro parafinero, o una silla de madera terciada, 2 cucharas, dos platillos chicos de café y palmas.Los intérpretes de la presente grabación, son salidos del corazón del canto chilenero; son ellos.
Raúl Lizama. (El Perico) 34 años, toca piano, guitarra, acordeón, batería, pandero. Está considerado como uno de los más grandes cantores chileneros. Siendo hijo de cantores, empezó su arte desde temprana edad.
Luis Araneda. (El Baucha) Criado por la Estación Central, desde niño atraía la atención cuando tamboreando en los tapabarros de los camiones en que trabajaba, cantaba animadas cuecas. Es uno de los cantores que sabe mayor cantidad de versos y melodías. Une a su amplio repertorio un estilo de canto sentimental y al mismo tiempo intenso.
Eduardo Mesías. (El Mesías) Cantor brillante de hermosa y atractiva voz. Es comerciante muy querido por las canchas de la Vega y Vivaceta.
Hernán Núñez. (El Nano) Experimentado cantor. Es uno de los escasos compositores de versos de cuecas de calidad que tenemos. Famosa es su cueca La Guitarra, sus versos son solicitados por gran número de Conjuntos Folklóricos.

Vaya nuestra admiración y respeto, a los comerciantes de la Vega Central, polleros de la Estación, industriales del Matadero; en sus fiestas siempre están sonando los panderos, la guitarra, el “boca 'e caballo” (piano). Gracias a su estímulo y crítica se conserva la pureza del estilo.Este comentario pudo haberlo hecho con más propiedad el investigador Juan Uribe Echeverría, conocedor del estilo, pero el estudio más concienzudo, base de este trabajo, pertenece al investigador Fernando González Marabolí, obrero del Matadero, quien no ha escatimado ningún sacrificio por profundizar sus estudios de la cueca. A ellos, como a los cantores chileneros a quienes deseamos toda clase de venturas, Chile debe estarles agradecido.
Le dejamos pues, este “regalito” a los Conjuntos Folklóricos de Chile, para que beban de él las puras aguas de la tradición, aprendan y difundan el estilo del más auténtico cantar de la cueca.
El verdadero artista, que representa a su patria, no tiene la mente colonizada por la propaganda extranjera, no desprecia los valores nacionales y sus creaciones se inspiran en su propio pueblo, no basta autodenominarse -o que lo llamen- artista chileno, sino que hay que serlo.
Héctor Pavez.Vocabulario.
Roto: No hay que confundir la palabra roto, con mal educado, ya que el roto personifica al criollo, culto o iletrado, pobre o rico, pero chilenazo ciento por ciento.

Lotes: Son grupos de personas del ambiente de la cueca chilenera.
Canchas o picadas: Lugares del ambiente chilenero.
Chilenero o Centrino: Músico o cantor de la llamada cueca o chilenera o centrina, que tiene su reino en los ambientes alegres de Santiago y Vaparaíso.
Nota: Este texto es la contraportada del long play: El Folklore Urbano Vol. III, “La Cueca Centrina”, del conjunto Los Chileneros, grabado el año 1967 para el sello Emi Odeón

La Cueca centrina
La cultura espiritual y oral - sea ésta la música, poesía y el canto - la conservan los seres vivos. Al ser perseguidas por las autoridades, la policía o los medios de difusión, la gente deja de practicarlas, y al perder la alegría de las diversiones se transforman en pueblos tristes, que es lo que necesita el coloniaje para tirar sus voladores de luces y entonar sus cantos de sirena. Fernando González Marabolí

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