La Nueva Canción Chilena es una de las manifestaciones más complejas y ricas de la historia de la música en Chile. Incubada desde fines de los años '50, se manifestó como una conjunción de raíces folclóricas chilenas, tradiciones musicales americanas, la escuela del Conservatorio y una carga ideológica determinada por la Revolución Cubana, la guerra de Vietnam y otros cambios políticos y sociales de la época.
Aunque pasó en Chile sólo un par de años en la década de los '60, Violeta Parra es la mayor inspiradora de este proceso. Su importancia está evidenciada en su disco postrero, Las últimas composiciones (1966), donde la recolección folclórica y su estatura de creadora se unen en una colección esencial de canciones. Sus hijos Isabel Parra y Ángel Parra, Víctor Jara, Patricio Manns, Rolando Alarcón y los grupos Quilapayún e Inti-Illimani son músicos principales del movimiento, que, así como sería fortalecido por la llegada al poder de la Unidad Popular, sufriría el peor castigo luego de desencadenada la dictadura de Pinochet, durante la cual buena parte de sus figuras fue desterrada y el propio Víctor Jara, figura universal de la música chilena, fue asesinado por militares en 1973. Hoy la Nueva Canción sigue activa en gente como Inti-Illimani, Quilapayún, Manns o los hermanos Parra, y su relevo ha sido tomado por nuevos trovadores y músicos de fusión latinoamericana.
Al igual que el neofolclor, la Nueva Canción fue un movimiento de raigambre citadina y estudiantil, con el afán de modernizar el repertorio folclórico concentrado hasta entonces en tonadas y conjuntos de huasos. Para ello encontró fuentes en la proyección folclórica de Violeta Parra o Cuncumén, pero además se abrió a géneros de toda América como la zamba, la baguala, el joropo o el huayno, se volcó con inédita fuerza a la música andina y mezcló instrumentos del altiplano, el bombo legüero (Argentina), el rondador (Ecuador), el tiple (Colombia), el cuatro (Venezuela), el banjo y la guitarra eléctrica por igual.
Quilapayún e Inti-Illimani grabaron en sus inicios canciones de Bolivia, Perú y Ecuador, mientras los hermanos Parra introducían en Chile la nueva trova cubana de Silvio Rodríguez o Pablo Milanés a comienzos de los '70: la Nueva Canción ampliaba simultáneamente sus horizontes musicales y reivindicaba un manifiesto artístico americanista. El mismo espíritu motivó el acercamiento hacia compositores de formación académica, de modo que Sergio Ortega, Luis Advis, Gustavo Becerra y Celso Garrido-Lecca trabajaron en obras de largo aliento como la Cantanta Santa María de Iquique (1970), La fragua (1973) o el ballet Los siete estados, de Garrido-Lecca, uno de los trabajos inconclusos en que participó Víctor Jara.El movimiento tomó cuerpo oficialmente en las tres versiones del Festival de la Nueva Canción Chilena que el productor Ricardo García organizó junto a la Universidad Católica entre 1969 y 1971. Ajena a la prensa y la industria, la Nueva Canción no fue un fenómeno de mercado, no representó más del cinco por ciento de las ventas de la época y su principal sello fue la Discoteca del Cantar Popular (Dicap), iniciado por las Juventudes Comunistas en 1968. Su lugar fue otro: sindicatos y concentraciones, facultades y teatros universitarios, la Peña de los Parra y la itinerante Peña Chile Ríe y Canta, de René Largo Farías. Y una legión de músicos se desarrolló bajo ese alero: Payo Grondona, Osvaldo Gitano Rodríguez, Eduardo Yáñez, Charo Cofré, Homero Caro, Tito Fernández, Nano Acevedo, Pedro Yáñez y conjuntos como Illapu, Aparcoa, Los Curacas, Huamarí, Tiemponuevo, Amerindios o Quelentaro. Perseguida después de 1973, parte de la Nueva Canción persistió en el exilio y parte se reencarnó en la resistencia local del Canto Nuevo. Sólo tres décadas más tarde, relanzada por la industria a fines de los '90, esta música marginada por años recuperó su lugar al alcance del público.
—David Ponce.
OTRA RESEÑA HISTORICA
VICTOR JARA
Basada en la recuperación de la música folclórica, sus cultores agregaron factores propios de la música continental, incorporando instrumentos y ritmos de toda el área hispanoamericana. Sin embargo, sus principales antecedentes lo constituyeron importantes folcloristas, compositores e investigadores nacionales, entre los que destacaron:Violeta Parra, Margot Loyola,Gabriela Pizarro y Hector pavez. Se puede mencionar también la influencia de poetas como Pablo Neruda y Nicanor Parra , además de la fuerte injerencia de compositores latinoamericanos como el argentino Atahualpa Yupanqui y el cubano Carlos Puebla. En este sentido, fue parte de un gran fenómeno conocido como Nueva cancion Latinoamericana , dentro del que se puede reconocer, por ejemplo, a
Habiendo tenido ya aquella música un desarrollo importante en distintas peñas , en julio de 1969
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