Para Margot Loyola el tránsito del piano y la música clásica, que estudiaba en su primera infancia, a la guitarra y la música popular folclórica no fue difícil. Tanto así, que su camino en este terreno la ha llevado a consagrar gran parte de su vida -65 de sus 80 años cumplidos- al rescate y divulgación de composiciones tradicionales chilenas.
Autodefinida como intérprete y maestra, Margot Loyola heredó de su madre, Ana María Palacios, la pasión por la música y de su padre, Recadero Loyola, la tentación por las "chinganas".
Siendo una adolescente comienza a cantar en público con su hermana Estela, con la cual forma un dúo.
Un encuentro con el investigador y compositor Carlos Isamitt, quien condujo a las hermanas al Instituto de Investigaciones Folclóricas de la Universidad de Chile, resulta vital para la carrera de Margot. A partir de entonces su gusto por aprender y difundir canciones y bailes recogidos en el campo, es guiado de manera académica y ella se encarga de enseñar lo aprendido.
El dúo de hermanas se separó a comienzos de los 50 y Margot inició los viajes al extranjero y su carrera docentes y artística en forma individual. Argentina, Perú, Francia, España, Unión Soviética, Polonia, Rumania...Después serían Estados Unidos, México, Guatemala...
Allí difunde las danzas, canciones y ritos que ha ido recogiendo en todo Chile: cueca, sau-sau , el canto de las machis, los huaynos del norte.
En 1994 se le otorga el Premio Nacional de Arte. Ella lo dedica a las anónimas cantoras de nuestro pueblo.
Frases
-"Tengo una impotencia grande para vivir mundos ajenos, y tengo muchos mundos que me ha dado mi país, mi paisaje, mi gente".
-"Tuve siempre suerte, porque siempre me acogieron bien, y en círculos donde no gustaba mucho la música, me decían pero nos gusta la mujer".
-"No me gustan los títulos, nunca tuve grandes ambiciones. Vivo en un hogar modelo, porque es a la antigua, pero soy feliz con las pequeñas cosas que tengo. No me gustan los palacios, cuando entro en ellos estoy pensando en la choza humilde".
-"El lugar donde me siento mejor es en una choza humilde, tomando mate con una campesina frente a un bracero".
-"Nunca tuve ninguna ambición, menos de plata, porque me horroriza el exceso de dinero, sobre todo cuando hay tanta miseria".
-"Me pueden decir que estoy enferma de sensibilidad, pero yo digo que muchos están enfermos de insensibilidad".
Por Carmen Mendoza
Periodista
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