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06 junio, 2011

Víctor Jara es incluido en libro británico sobre 33 canciones de protesta en el mundo

El chileno ocupa un capítulo completo del texto. "Fue la sección más emocionante de escribir", dice el autor, Dorian Lynskey.


por Marcos Moraga L.

Justo después que el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se dirigiera al mundo para confirmar que sus tropas habían dado muerte a Osama bin Laden en Pakistán, los estadounidenses salieron a celebrar a la calle. Sacaron banderas y barriles de cerveza frente al Capitolio. Y en los parlantes, una canción se impuso: Party in the U.S.A., hit chicloso cortesía de la cantante adolescente Miley Cyrus, reconvertido en himno del triunfo bélico.


Las revoluciones, explica el periodista británico Dorian Lynskey, siempre han venido con música de fondo. Y ahí surge un género tan menospreciado como poderoso: la canción de protesta. "Tiene pésima reputación por lo demagógica. Pero es un tema complejo. Incluso las letras más específicas, como Ohio, de Neil Young, pueden resonar en distintos momentos históricos. Una buena canción protesta habla de eventos futuros que el autor no podría imaginar. La guerra, la opresión y la injusticia no se van", señala el escritor.

Lynskey es crítico de música en el diario británico The Guardian y la revista Q, y hace un mes publicó 33 Revolutions per minute: A history of protest songs (Faber & Faber). Allí pasó revista a 33 temas del cancionero de la revuelta, sostenido sobre cantanes folk como Woody Guthrie, el activismo global de los irlandeses U2 o el hip hop de choque rimado por Public Enemy. Y realizó una parada obligada en Sudamérica, donde Víctor Jara es la figura escogida para contar la historia de la Nueva Canción Chilena y su eco en el panfleto musical del mundo.

Lynskey reserva un capítulo completo, entre las más de 800 páginas de su libro, para describir la obra de Jara. "Fue la sección más emocionante de escribir ", confiesa. El escritor introduce la historia del autor de Te recuerdo Amanda a través de la primera visita del cantante estadounidense Phil Ochs a Chile, en 1971. Arrancando del gobierno de Nixon y atraído por el proceso de la Unidad Popular, el norteamericano se encontró con Jara guitarreando en la calle. Luego lo vio tocar y comentó a sus acompañantes: "En comparación a lo que él hace, Pete Seeger y yo somos nada".

Esa convicción estuvo siempre en Ochs, quien más tarde convenció a figuras como Bob Dylan y Dennis Hopper para que se le unieran en un concierto a beneficio por Chile, realizado en Nueva York en mayo de 1974. "Todo por lo que tuvo que pasar Jara hizo que, de repente, las adversidades a las que se enfrentaban los cantantes norteamericanos parecieran insignificantes. Sólo se me ocurre compararlo con héroes de la música como Fela Kuti", comenta Lynskey.

"En el caso de Jara, su biografía es lo que atrae a los auditores fuera de Sudamérica. Manifiesto es tanto más poderosa una vez que sabes qué le pasó después de grabarla", añade el escritor sobre la canción que escogió del chileno.

¿Dónde caben autores como U2, que aun cuando no canten nada político se identifican con causas humanitarias?
Bono ha logrado hacer de la política una parte natural de su show. Sus críticos pueden tildarlo de 'agotador', pero sus fans siempre lo han apreciado. Admiro cómo Bono viste al rock de estadios con grandes ideas: su tour actual hace referencia a Burma y la 'Primavera árabe' y suena natural. Me contó sobre su visita a Chile en 1997 y cómo tocó junto a las Madres de los Detenidos Desaparecidos, lo cual me pareció un gran gesto.

Con revueltas en Medio Oriente y protestas en Europa. ¿Existen referentes musicales en proporción a esos movimientos?
No es claro. Descarto que sea problema de la industria. Pasa por la falta de compromiso de los músicos, junto a la confianza y cinismo creciente de las audiencias. Cada vez es más difícil para los jóvenes músicos conectarse con la tradición: Dylan siguió a Woody Guthrie, los viejos punks se inspiraron en la música de los años 60, Public Enemy en el soul y funk de los 70, Green Day y Rage Against The Machine crecieron con el hardcore norteamericano. Pero una banda de 2011 va a tener que mirar a los 90 y hacia atrás para recién encontrar algo con fuerza política.

¿Quiere decir que hay géneros más aptos que otros para la protesta?
Estas canciones pueden aparecer en cualquier género. El soul y el reggae fueron tremendamente políticos en la década del 70, así como hoy el heavy metal es político en el mundo árabe. Sin dudas -en Chile también debe ser así- el hip hop es la forma dominante del género, porque es accesible y muy versátil. Así se explica la fama que alcanzaron las canciones del rapero árabe El Général (no confundir con el cantante panameño del mismo nombre) durante las actuales revueltas en Túnez y confirma que la influencia de Public Enemy en el mundo es inmensa.

fuente:latercera.cl

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